“Si Antonio Damasio ha demostrado que sin emociones = no hay toma de decisiones. Conocer el grado de empatía de nuestros empleados se convierte en una métrica necesaria para gestionar una organización”.
En 1872, trece años después de haber publicado El Origen de las Especies, Charles Darwin publicó otro libro que escandalizó a la sociedad victoriana. Se llamó La expresión de las emociones en los animales y en el hombre y en él aparecían algunas afirmaciones controvertidas como que todos los mamíferos tienen emociones y que una forma de comunicarlas eran las expresiones faciales. Paul Ekman, años después demostraba que las expresiones de las emociones eran similares entre las distintas culturas y razas. Es decir, subir las cejas indicaba sorpresa tanto en el centro de Manhattan como en los arrabales bonaerenses, igual que en las tierras altas de Nueva Guinea.
La empatía tiene mucho que ver con las emociones, significa sentir lo que siente otra persona. Ahora bien, “expresamos emociones y expresamos e interpretamos también emociones de los demás principalmente a través del hemisferio derecho” según Richard Restak, neurólogo de la Universidad de George Washington. Y la empatía sí tiene que ver con los géneros, “el cerebro femenino está predominantemente estructurado para la empatía. El cerebro masculino está predominantemente estructurado para la comprensión y construcción de sistemas”.
Si gestionar en base a experiencias y emociones puede ser fuente de una ventaja competitiva, tener en cuenta el grado de empatía de nuestros empleados puede ser importante a la hora de dirigir, así como la participación del género femenino en esta gestión, quien aparentemente está capacitado de forma natural para la lectura y gestión emocional. Es sorprendente, la cantidad de test que se rellenan como candidatos, en cuanto a las competencias y desarrollo de factores del hemisferio izquierdo, al intentar tener acceso a una compañía.
Sin embargo, ¿cuántas empresas gestionan y miden el coeficiente de empatía de sus empleados? y todavía más allá, ¿cuántas empresas las gestionan?
Comentarios